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miércoles, 26 de enero de 2011

sábado, 8 de enero de 2011

Como una especie de solo porque sí...

Pasadas las tres de la mañana, presencié algo que pudiese tomar como una interiorización... Y la única sabia conclusión a la que llegué es que en ocasiones es muy significativo el hecho de simplemente no concluir.

A lo que voy es: un sueño, por ejemplo, no deja de ser sueño una vez cumplido, si bien comenzamos a llamarle realidad, también se considera un sueño cumplido, pero el dejar de nombrarle como tal, nos hace pensar que no llevamos sueños en la cuenta, como si cada que sucediera, en lugar de que la maquinita marque "tlin" 1, "tlin" 2, y así sucesivamente (léase los "tlin" con tonito por favor), vienen a la mente cosas como ¡al fin!, ¡lo logré!, ó yeiiiih!!! (en mi muy particular forma de decirlo, claro está) y sentimos como si fuera lo primero que logramos, extrañamente sin recordar que antes ya hemos hecho mucho...

Todos los días avanzamos, cada quien a su ritmo, pero siempre estamos emprendiendo algo... Ya sea una simple travesura, el lograr la sonrisa de alguien, dormir temprano o si nos ponemos más exigentes, escalar alguna gran montaña, obtener contratos o nuevas cuentas, o (y no negarán que a veces suele ser todavía más complicado) lograr estar en la mente de ese alguien importante en nuestro corazón por más de un segundo...

Sea como sea, ¿cuál es (en serio) el punto de estar mal por cosas que no se dieron como esperábamos, por qué no notamos que se han dado otras muchas por cada una de las muy contadas que no cumplieron con el plan?

No digo que no sea bueno cerrar ciclos, pero sí creo que de alguna manera es bueno seguir considerándolos por las cosas que de ellos aprendimos, es quizá una estrategia extraña, pero a fin de cuentas, una forma de no concluir... Incluso en las películas lo aplican; si resultó muy buena crean una segunda parte y aunque anteriormente vimos algo parecido a "FIN", se retoman ciertas cosas para crear esas secuelas.

A lo que voy es... (después de tanto "choro mareador") aprendamos de nuestros errores y aciertos las veces que de ellos necesitemos aprender y apliquemos los resultados obtenidos a nuevas "fórmulas", sin olvidar que hubo un pre para llegar justo donde estamos, quizá así podemos notar que la grandeza de todas las cosas no está en el triunfo como tal, sino en el camino que ya llevemos avanzado. Solo así tal vez dejemos de perseguir un destino y comencemos a trazar rutas porque ¿cuál es el punto de seguir huellas cuando nosotros somos capaces de crear caminos?

Después de todo, ¿cuándo es bueno y cuándo no, tener un punto fijo al cuál llegar? Sí, lógicamente perseguimos nuestros sueños hasta alcanzarlos, pero podemos perder el foco sino estamos abiertos a explorar nuevos caminos por los cuáles tener más hazañas y que nos lleven al mismo sitio con una mayor satisfacción. Perdernos de cosas mejores por aferrarnos a algo y cuando menos cuenta nos demos, ese algo a lo que logramos llegar que no nos permitió ver más allá, como si solo hubiera una línea recta entre lo que sea que fuere y nosotros, no nos crea la satisfacción que pretendíamos y comenzamos a añorar las cosas mediante un ya muy conocido y gastado "hubiera"...

Además... ¿Has pensado que siempre existe algo más, después? Es decir... A veces nos cerramos tanto a la idea de obtener algo, que una vez que lo conseguimos, no sabemos qué rayos hacer con el. Es como cuando éramos niños, viniéndome a la mente ese tan fabuloso "bueno y ¿ahora qué?" (con tonito)

Y lo rescatable (iba a poner un: "en conclusión" pero pierdo el sentido de lo que escribo hoy):

Vive y disfruta de cada experiencia, en todas encontrarás algo bueno y algo malo (quizá no lo veas al momento, pero de todo se aprende, después de todo, lo mejor de caer, es que tenemos la oportunidad de levantarnos y existen mil formas de hacerlo), cierra los ciclos que tengas que cerrar pero recuerda llevar contigo una "bolsa" en donde guardar lo rescatable, asegúrate de contemplar todo a tu alrededor, define lo que quieres y mantente atento a las posibilidades, recuerda que siempre es válido cambiar de opinión, mientras no renuncies o "cambies de parecer" por temor y asegúrate siempre de que "el final" sea el principio de algo... Como cuando estabas aprendiendo a caminar y tus papás retrocedían cuando "ya casi" estabas ahí.

Sí, ¡lo sé! "Hubiera" podido aprovechar mis horas de sueño jajajaja...