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martes, 20 de diciembre de 2011

Cuando una lágrima vale la pena...

Esta tarde he descubierto el valor de una lágrima...

He aprendido a reconocer su misterio como algo agradable al "mecanismo" de vivir... Un escape del ser hacia horizontes desconocidos, la pureza misma limpiando el alma.

Y es que sucede que aquella lágrima cálida que recorrió aquel rostro, no ha sido como ninguna otra de la que yo pudiera percatarme antes, ésta vez... Esa lágrima reflejó la satisfacción de haber logrado lo inimaginable, expresó el sentimiento tan grande que implica una lucha que llega a su fin terminando en una gran victoria...

Si antes valoraba la vida, ahora que me empapé de ese sentimiento tan desconocido y aniquilante en principio y después tan (aún) desconocido y alucinantemente aferrado, entregado e inspirador; no me queda más, que dar todos mis votos a favor de un respiro más, un instante más, e incluso, de una lágrima más...

Una lágrima vale la pena, cuando además de cumplir con su misión oficial (limpiar los ojos, purificar el alma, extraer penas, etc...) se dedica a la alegría del poder vivir para contarlo.

"Tu fuerza me dio fuerza, tu magia contagió mi vida, tu sonrisa iluminó mi ser y aquella lágrima le entregó a mi alma los motivos suficientes de buscar permanecer..."