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viernes, 5 de agosto de 2016

Hoy es un buen día para morir.

Nada como amanecer con este grato pensamiento.

Hoy podría ser el día en que todo termina, pero no es más especial que ayer ni mañana, es sólo otro buen segundo en que puede ser. Hace unos quince días en un entrenamiento, alguien a quien admiro, respeto y quiero lo dijo, y con o sin intención de que lo notáramos o lo proyectáramos, sus palabras se quedan y a la vez transitan en cada momento de mi vida:

<< No estamos entrenando con el cuerpo, es el espíritu el que entrena>>, y yo sigo aquí.

Después de decidirlo, es fácil tirar la toalla. ¿Quién vino para tenerla fácil? Prefiero la emoción de no saber qué sigue, cual videojuego recién desempaquetado estilo Mario o el buen dinosaurio actual. No salto como tal, no corro, no tengo superpoderes por estrellas, me espino, llega la noche y se hace de día nuevamente, pero atiendo, me ocupo y vivo.

Sí, hoy es un buen día para morir ¿y?

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